sábado, 10 de diciembre de 2016

10 de diciembre. Mi árbol de Navidad...



Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Mi árbol de Navidad, el que recuerdo desde siempre, no es tan alto que toca el cielo, ni tiene unas luces tan perfectas que alumbran si te fijas hasta el mismo horizonte.
Mi árbol de Navidad, el que siempre he tenido tan cerca, no es un cohete de metacrilato que de día se ve como un cucurucho de cristal, con un complejo sistema de luces y algún que otro cable disimulado.
Mi árbol de Navidad, el de siempre, tenía hojas porque era un árbol.
Mi árbol de Navidad tenía luces sencillas y paquetitos de regalos.
Mi árbol de Navidad era sencillo porque conmemorábamos la Venida de Jesús que nació en un portalillo en Belén sin más que el calor de sus padres, de la paja que tenía como el mejor de los colchones dispuestos.
Mi árbol de Navidad era junto al pequeño Nacimiento el sitio de encuentro de toda mi Familia en estas preciosas fechas.
Hoy no hay árboles de Navidad como antaño, hoy vas por las calles y piensas que estás ante un espectáculo de luminotecnia como gran atracción comercial o en la más absoluta oscuridad de esos pueblos donde los gobernantes son los nuevos Herodes pues bien querrían que no naciera el Niño.
Y mi árbol de Navidad, el de siempre, de toda la vida, lo he encontrado en Villaluenga del Rosario donde por sencillo y bonito anuncia mejor que nadie el Nacimiento de Jesús que nació en Belén y pienso que si volviera a nacer lo haría en Villaluenga...
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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