Buen día nos dé Dios.
Caminar un trecho por la calle y encontrarte con personas conocidas es un ejemplo palpable de la realidad social que vivimos hoy en día.
Los hay afables, los que siempre están de bromas aunque lo que abunda son los que albergan innumerables quejas pues todo es una continua agresión hacia ellos.
Y es que tenemos que reconocer que todos somos en mayor o menor medida sensibles.
Es fácil herir al otro? Pues si!! Demasiado fácil diría yo.
Lo malo es que nos solemos molestar por naderías y las cosas verdaderamente importantes las dejamos pasar como si nada.
Ante la injusticia, la pobreza material como espiritual, las guerras, el sufrimiento, el dolor causado por intereses, la explotación, el abandono de tantos niños, ancianos... No pasa nada!! Lo más algún que otro clama en un desierto demasiado árido y seco.
En cambio nos molestamos y de qué manera por un dime o direte, un saludo o la ausencia del mismo o simplemente por guardar silencio por desconocimiento de la película que el otro se ha montado en su cabeza.
Estamos demasiado ofuscados con nosotros mismos y eso lo trasladamos al día a día.
Y la verdad es que necesitamos querernos un poco más pero no desde posturas narcisistas o ególatras sino viendo nuestra realidad y ofreciendo lo bueno que tenemos para hacer felices a los demás y luchar, cada uno desde su ámbito, por lo importante, por lo que en verdad vale la pena.
Perdemos demasiado tiempo en mirarnos el ombligo, en lamernos unas heridas que no existen aunque las sintamos.
Y además de perder el tiempo estamos siendo infelices por nada y eso si que no vale la pena.
Nos tenemos que mirar más en Jesús, en su vida, obra y Palabra porque nos daremos cuenta de lo que es y no.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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