Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hoy cuando he abierto la ventana hacía tiempo que había amanecido pero enseguida me saludaron frondosas nubes y un aire fresco que parece me decían: Somos los heraldos de un otoño que está en ciernes y que con tanto calor os podéis haber olvidado.
Otoño prematuro en este verano tardío.
Puede ser el otoño sinónimo de melancolía aunque pienso que es una época del año necesaria para reencontrarse con uno mismo tras la algarabía que supone por sí mismo el verano.
Es el otoño una estación en el calendario que no invita a vivir más de dentro para fuera, de dedicarse a las cosas que tenemos encomendadas, a saborear una buena lectura, una envolvente música, una intensa conversación, escribir lo que salga del alma a base de inspiración o permanecer en el necesario silencio que de todo tiene que haber.
El otoño es la puerta abierta a la intimidad que es el invierno con el crepitar de los troncos ardiendo en la chimenea.
Y el otoño es un tiempo inmejorable para volver a encontrarse con Dios al cual seguro hemos tenido más olvidado en el movedizo verano.
Sí, es el otoño muy necesario para volver a reencontrarse con uno mismo más que nos cueste.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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