lunes, 12 de septiembre de 2016

10 de septiembre.


Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Ayer sentado en esta coqueta plaza de Grazalema mientras leía mi mente y recuerdos volaron también hacia la Alameda de Villaluenga pues aunque diferentes son muy parecidas ya que en ella se vive lo que en otros sitio se perdió sin posibilidad de volverlo a encontrar.
Niños jugando tranquilos, abuelos hablando de lo suyo, padres sosegados pues saben que en lugares como estos todos son familia, todos están tranquilos pues también todos se conocen.
Cada día que pasa tengo que reconocer los valores que me enseñan los pueblos respecto a las ciudades.
Sí, en estas últimas hay de todo en cualquier momento. Todo se puede comprar pues todo está a la mano aunque ese "todo" también abarque lo bueno y lo malo.
En las ciudades hay tiendas, ofertas de ocio, entretenimientos y también prisas, desconfianzas, sentido atroz de individualismo pues ni los vecinos de al lado se conocen ni se quieren conocer.
Nadie sabe nada de nadie. ¿Es triste verdad?
En las ciudades se entra en una vorágine de prisas, más prisas, obligaciones impuestas o buscadas, no tenemos tiempo para nada, nadie y menos para nosotros mismos.
En la ciudades que avanzan al ritmo del tiempo aunque el tiempo de ir tan desbocado pierda el mismo ritmo normal de la propia vida.
Sí, en las ciudades hay mucho bueno y también mucho malo.
Con el pasar de los años prefiero mil veces la vida de un pueblo, la forma de entender la misma donde todos se conocen, todos se ayudan, todos están a una. Donde las alegrías son un poco de todos y las tristezas también.
Donde puedes sentarte en la Alameda a leer, conversar, pensar y nunca sentirte solo aunque lo estés en ese momento. Donde todos se ofrecen para ayudarte, todos te cuidan porque en verdad tú eres también un poco de todos.
Prefiero mil veces los pueblos y en especial el mío, al que quiero con desmesura, como es Villaluega del Rosario porque es todo eso y mucho más.
Lo que me conocéis seguro me entendéis y los que tienen el privilegio de conocerlo me entienden de todas todas.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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