Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
La Fe tiene un recorrido de ida y vuelta. Del Cielo a la Tierra y de la Tierra al Cielo.
Se nos da desde el momento de nacer, de ser bautizados, la vamos afianzando con la ayuda del Espíritu Santo, de nuestros padres, mayores, nuestras Madre Iglesia hasta que ya adultos la vamos experimentando día a día, vivirla cada instante, sentirla, gozarla.
Solo siendo fuertes en la Fe entenderemos mucho de lo que pasa aquí en la Tierra y también anhelaremos con una intensidad de menor a mayor nuestro encuentro con el Padre allá en el Cielo.
La Fe es ese alimento que no nos puede faltar porque sin ella desapareceremos de la faz de la tierra porque los que no la tienen piensan que aquí acaba todo.
¿Qué triste que aquí acabe todo?
Una vida tiene momentos buenos y malos, amargos y dulces, plenos y de claro hundimiento. Vivir sin que el corazón lata al ritmo de los sones de la Fe es una vida vacía donde vale todo, cabe todo ya sea bueno o malo porque todo se puede hacer.
El que tiene Fe enfoca su vida en la Verdad aunque te cueste la misma. El que no la tiene no se compromete con la Verdad ni con la mentira porque son conceptos que se pueden relativizar con el paso del tiempo.
Por eso digo que la Fe tienen un itinerario de ida y de vuelta.
Yo, personalmente, estoy gozando de la Fe que se ha instalado en mi vida desde siempre, la vivo con la plenitud que me ofrece el Señor, la alimento con la Palabra de Dios, con la Oración, con la Eucaristía, con servir a mis hermanos que son mi prójimo...
En la reflexión siento que mi Fe ya es de vuelta, es de la Tierra al Cielo, es de ofrecer cada instante de mi existir para mayor gloria de Dios, es hacer aquí sin perder la vista del mismo Cielo.
Como la vieja Ermita de San Gregorio en Villaluenga del Rosario que se yergue de la Tierra al Cielo a modo de ejemplo de lo que es nuestra Fe.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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