Buen día nos dé Dios.
Ayer mientras caminaba apreciaba el color que desprendía el sol y que nos anuncia que el verano está próximo, que vuelve otra vez para mitigar con su calor lo sombrío, los tonos grises, los temporales, los abrigos, el frío o la nieve.
Vuelve el verano y lo hace con más horas de sol, con más calor, con esa alegría que siempre se respira pues todos tenemos ganas de pasarlo bien, de reír, disfrutar que la seriedad es cosa del invierno que es más de casa para dentro, más de chimenea, más de uno mismo.
Según lo veamos, según lo sintamos, así serán los días, los meses, los años.
Os reconozco que soy más de invierno y primavera que del frío invierno aunque con los años he aprendido a disfrutar y gozar de cada instante.
Todos los días, todas las estaciones, todo en la vida son regalos únicos y ciertamente irrepetibles que hay que saber disfrutar y degustar. Tenemos que hacerlo con quienes queremos y de verdad nos quieren pues lo que se comparte desde el corazón se hace más grande e importante.
Por eso intento disfrutar de cada instante con pasión como si fuera lo último que me queda por hacer.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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