Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Cuando miro los troncos apilados pienso que ellos esperan pacientemente ser quemados para cumplir su misión. Es una lección que nos es ofrecida si sabemos leer y comprender en las líneas de nuestra propia existencia.
Nosotros también en muchas ocasiones esperamos con paciencia ese momento en el que tenemos que afrontar la misión que tenemos encomendada aunque eso suponga el sacrificio de ser apartado de una sociedad, de un mundo, donde nada más se valora "el tanto tienes, tanto eres, tanto vales".
¿Eres capaz de sacrificarte por tu Fe, por tus creencias, por tu coherencia, por tu forma de pensar aunque eso te cueste el ostracismo, el abandono, la persecución, el escarnio, el ser arrollado y dejado como despojo en el arcén de tu particular camino?
El otro día un conocido me decía que si dejaba de escribir lo que escribo, de decir lo que digo, de defender los planteamientos que defiendo a lo mejor era "premiado" con esos honores que en verdad son papel mojado.
Le dije que no, que seguiría en mi línea porque prefiero dormir plácidamente todas las noches con la conciencia tranquila, estar en paz con mi propia coherencia de vida que ostentar esa clase de "dignidad" que te hace más a la corta que a la larga en un verdadero indigno.
Por eso cuando veo esta pila de troncos no tengo más remedio que pensar y admirarme porque ellos esperan a cumplir su misión aunque esta signifique el ser quemados y desaparecer.
Feliz domingo.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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