Buen día nos dé Dios.
Reconozco que me gusta estar en Villaluenga siempre aunque este sentimiento se refuerza cuando uno, por las circunstancias de la misma vida, camina con paso cambiado.
Y es que este bendito pueblo acunado por siempre por el inmenso Caíllo tiene color, calor y sabor de Hogar siempre.
Cuando uno está demasiado cansado por cuanto ve, sabe, conoce...
Cuando uno reconoce que aunque algunas batallas estén pérdidas hay que seguir subido al caballo, lanza en mano, dando la cara...
Cuando uno ve que por seguir defendiendo en lo que cree y en quienes cree muchos de los que caminan contigo se alejan o cogen otra dirección...
Cuando uno siente como los "imprescindibles" de la vida van disminuyendo y lo accesorio aumentando...
Cuando ya uno quiere para si calidad en vez cantidad...
Cuando ya uno asume que por llevar la vida sobre la coherencia y defendiendo tu libertad salvo los que en verdad te quieren sabes que estás más solo que la una...
Cuando vives feliz en la buscada soledad y disfruta hasta el mínimo instante de esos momentos de compañía con quien quieres...
Cuando el interés por interés pasa de tu vida y enfocas la misma a la gratuidad, al servicio, a la entrega huyendo de todo agradecimiento y protagonismo...
Cuando por causa de la enfermedad sabes que puedes hacer solo lo que está en tu mano, que tienes las fuerzas que tienes y que las limitaciones han de ser asumidas como una gracia de Dios...
Cuando has llegado a este punto sin retorno en la vida os confieso que lo que añoro, echo de menos, es ese calor, color y sabor que es Villaluenga del Rosario al que considero mi Hogar.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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