Buen día nos dé Dios.
No hay mayor desprecio que no hacer aprecio.
Por eso tenemos que ser tan cuidadosos con las palabras, los gestos o la ausencia de los mismos.
Muchos se sienten heridos porque notan como de la mañana a la noche van perdiendo un afecto que creían tener y que en muchas ocasiones son simplemente malos entendidos.
Un mal entendido daña más que muchas palabras y obras pues crea un vacío que hunde el dedo en la herida y el dolor.
Seamos muy cuidadosos en lo que decimos, como lo hacemos, lo que tenemos que hacer para no herir a nadie pues no vale la pena en esta vida dejar cadáveres tras de ti por haber dicho o hecho algo que se podría haber evitado con solo un poco de voluntad.
Seamos cuidadosos con los cercanos y también con los lejanos pues el sufrimiento no es igual aunque se le parezca.
Además hay silencioso que crean esa clase de vacíos que nos destruye el mismo alma con lo fácil que es una oportuna llamada, un mensaje, un abrazo o un beso.
No olvidemos que el dolor produce más víctimas de las que nos presuponemos y en muchas ocasiones colaboramos nosotros con una activa participación que en demasiadas ocasiones no pensábamos hacer.
Antes de hacer, decir o callar piensa que haría Jesús y encomiendate a Él para que bendiga cada uno de tus actos.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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