Buen día nos dé Dios.
Hoy quiero reflexionar sobre los que afrontan los distintos envites de la vida que ponen un día sí y otro también la capacidad de hacerles frente.
Cuando tienes que hacer algo, desde lo nimio a lo importante, son muchos los que te aconsejan lo que debes hacer con la salvedad de que el que está en el frente eres tú mientras muchos siguen en las barricadas.
Hay consejos buenos y otros no tantos aunque todos se agradecen pues salen del corazón. Nadie que te quiera va a darte un mal consejo sino todo lo contrario.
Cuando lo demos no pensemos que haríamos nosotros, tenemos que ponernos en el "pellejo" del otro y según sus circunstancias aconsejar desde la veracidad. Algunas veces el silencio es el mejor de los consejos. Pero no un silencio cobarde y vacío sino el que está lleno de ese mensaje que ofrece al otro para que sepas que tu estás.
Sólo el que decide conoce esa clase de soledad en la que te encuentras tú y tu decisión.
En estos casos es bueno confiar y encomendarse a Dios pues todos sabemos que Él y tu sois mayoría absoluta.
Después haz lo que tengas que hacer por más que te cueste. Todo supone una dura lección de vida donde sabes quiénes tienes a tu lado y quienes te han abandonado al menor de los cambios.
Y todo, aunque resulte confuso e incluso incomprensible, es bueno para nosotros porque nuestras vidas son páginas en blanco que se tienen que ir rellenando a cada instante.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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