domingo, 19 de febrero de 2017

19 de febrero. Amar a los que no nos aman.

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Buenas tardes Villaluenga.
Buena tarde nos dé Dios.
Hoy también es un poco tarde cuando publico mi reflexión pero entre que me levanto más tarde por culpa de este resfriado de mis penas y que como no estoy saliendo he seguido fervorosamente la Eucaristía que se emitía por la televisión o por el ordenador desde mi Atalaya en Villaluenga del Rosario.
En comunión espiritual he asistido a la Eucaristía.
Hoy debo reconocer que el Evangelio me araña el corazón, la homilía tanto del sacerdote o las palabras que el Papa Francisco ha pronunciado antes del ángelus en la Plaza de San Pedro nos deben hacer pensar si lo estamos haciendo bien o simplemente, ¿qué es lo que estamos haciendo?
¡Amar a nuestros enemigos!
Tienen que estar de broma porque en este mundo y nosotros que habitamos en él eso de amar a quienes nos hacen mal no es que se nos pase por la cabeza sino que hacemos de todo para devolverle más daño al daño que nos han infringido.
Y así vamos...
Caminamos por una senda de eterna infelicidad, donde el rencor, el odio, los desprecios varios, los insultos gratuitos, las mofas innecesarias, las bromas hirientes, la persecución, el acoso, el derribo, el yo soy más que tú es el pan duro, rancio y nuestro de cada día.
Jesús nos ofrece una transformación radical de nuestras vidas, de nuestra propia experiencia en ella, de ser de Dios antes que de nada ni de nadie, de ver con los ojos del Amor que habita en el Alma y también en ese reducto llamado corazón.
Ser de Dios es olvidarte de ti, del malsano orgullo, de la soberbia que destruye, del dañino y falso dogmatismo en el que nos creemos poseedores de que nosotros y nadie más tiene la verdadera razón, donde lo que tenga que decir los demás ni interesa ni vale la pena...
Ser de Dios es mirar con los ojos de Jesús que perdonó a sus enemigos y que por eso mismo nos enseña a nosotros como debemos perdonar si somos capaces de vencer miedos y reblandecer el corazón.
Ser de Dios es un camino hacia la eterna felicidad que ya puedes empezar a vivir aquí en la tierra como en su día será en el mismo Cielo.
Ser de Dios es amar a todo el que nos ha hecho o hace daño ofreciéndole el Perdón que va ligado al Amor.
¿Y tú, eres capaz de ser de Dios?
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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