Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
El resfriado que me sigue acompañando para mayor penitencia adelanta la Cuaresma a base de padecimientos que son ofrecidos para mayor gloria de Dios y de tantos hermanos que lo están pasando mal.
El resfriado hizo que ayer me acostara hecho una piltrafa y por consecuencia del mismo, de la medicación unida a la propia de mi enfermedad, hizo que pudiera coger el sueño de forma intensa, esa clase de sueño que te impide despertarte pues tu cuerpo necesita más descanso.
Y cuando me quise dar cuenta habían pasado cerca de 11 horas en las que estado desconectado por completo del mundo. Había que recargar la batería pues esta hacía mucho que se había agotado.
Cuando despiertas ves que el mundo no se detiene, que todo sigue pasando como si tal cosa, que todo continúa porque el que te ha detenido eres tú. Es como cuando espera un bus y ves que pasa un coche, luego otro, una moto, bicicleta, peatones mientras tu permaneces sentado esperando a que llegue el tuyo.
Te levantas y contempla como no solo han transcurrido las horas sino muchos aconteceres que te has perdido vivirlo de primera mano aunque lo que más necesitabas era ese descanso que te permita el seguir en esa primera línea que todos tenemos.
Todo se ve según el cristal con el que se mire pero si este está manchado nosotros mismos creemos que lo está todo. Nos cuesta discernir entre lo que está impecable y lo que nosotros vemos más deformado por nuestras propias cegueras, por nuestras propias manchas que tanto nos cuesta limpiar.
Contemplemos el mundo tal cual es: Un experiencia apasionante que a diario nos regala el Señor para que entre todos, granito a granito, trabajemos y sigamos aportando para que sea un lugar apacible y mucho mejor.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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