Buen día nos de Dios. El sol entra con toda su plenitud por los ventanales caldeando el frío ambiente del invierno. El sol es Dios que entra en nuestros fríos corazones para caldearlos y ambientarlos, para que se pongan en marcha y salgan, de una vez por todas, de su estancada gelidez. Hace falta hombres y mujeres con corazón ardiente de amor a Jesús y a los demás para trabajar sin descanso por el Reino de Dios. Cuando estás frente a Cristo en el Sagrario sientes, en el dulce descanso que te rodea, como una llama ardiente brota en tu cansado corazón dándote fuerzas para encaminarte por esos duros senderos que te llevan al Camino, como sientes ganas de coger tu barca y echar las redes en la red y en el mundo para que los que no crean se conviertan y sientan la auténtica felicidad que es ser hijos de Dios. Sólo con un corazón ardiente de Amor en nuestro Padre Celestial podremos ser unos consecuentes discípulos de Cristo Resucitado. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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