Buen día nos dé Dios.
¿Te has sentido alguna vez hundido en tu propia tristeza? ¡Sí! ¿Para qué negarlo?
Somos personas y actuamos como tales, somos personas que tenemos nuestros momentos de alegrías, de tristezas e incluso de desesperanza. Somos personas que al fin y a la postre necesitamos de los demás, somos personas que por muy bien que nos vaya la vida somos conscientes de que tenemos que ser mansos y humildes de corazón porque eso nos hace ver la vida si no con brotes de alegría si con la inmensa Luz de la Esperanza.
Pero para llegar hasta ahí hemos tenido que transitar un camino largo, empinado, habernos caídos y levantado, haber puesto todo de nuestra parte aunque sin conseguir apenas nada, darte de bruces más veces de las que pensabas, caer en la cuenta de que eres un ser muy limitado, débil, pequeño y que sin Dios no eres absolutamente nada y entonces cuando la realidad se plasma ante ti todo parece cambiar y los momentos de la vida toman otro concepto donde las alegrías si son compartidas son más y las tristezas si en vez de quedarte lamiendo la herida sales al mundo a lo mejor sin fuerzas pero con Esperanza también tienen otra dimensión.
Todos en algún momento la vida nos ha superado, las noticias, los padecimientos, la muerte... Quién diga lo contrario miente.
Pero todo esto visto y vivido desde la Fe es distinto por las malas noticias, los padecimientos, la muerte con Dios tienen una condición salvífica y aunque nos parezca imposible debemos darle gracias por habernos puestos tales pruebas, por cortar las ramas de sarmientos que somos para que demos frutos abundantes.
La vida desde la Fe es Vida color Esperanza pues aunque te encuentres hundido en la tristeza bien sabes que en el momento el Señor te rescatará y te ofrecerá esa puerta que lleva a la Alegría que es ser y sentirse hijo de Dios.
¡Feliz martes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
Jesús Rodríguez Arias
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