Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Anoche me dormí entre rayos y truenos en una noche cerrada, desapacible y hoy me he levantado con un día precioso, de colores suaves, de inmensa tranquilidad y silencio.
Y es que se cumple eso de que después de la tempestad viene la calma...
Cuando estamos inmersos en las distintas tempestades que nos rodean, que nos llegan a ensordecer, que nos hace que nuestras mentes solo puedan dedicarse a ir solucionando cada cosa paso a paso. Cuando vemos que lo que tenemos delante nos llega a distraer de todo cuanto nos rodea y los demás junto a sus inquietudes y problemas dejan de existir, cuando por culpa de todo lo que tenemos que llevar a cabo llegamos a perder hasta la noción del mismo tiempo es necesario detener la marcha, pisar el freno y detener la mirada de tu propia vida en lo que te rodean, en quienes te rodean y comprobarás que no todo lo que estás inmerso es tan importante ni que tú eres el único que te enfrentas a diario a ruedas de molino.
Y viene la calma necesaria donde debemos aprovechar el tiempo para poner nuestras vidas en orden, priorizando lo verdaderamente importante y dejando aparcado aquello que por mucho luchar no llegará nunca a buen puerto.
Y viene la calma que es un tiempo para saber dedicarte a las cosas de Dios que ofrece a diario esa necesaria calma y sosiego que nosotros metidos en mil y una batallas ni somos conscientes.
Os deseo un precioso sábado, de suaves colores, donde la Paz de Dios inunde vuestros corazones haciéndolos más fértiles y sensibles que buena falta nos hace.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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