Buen día nos dé Dios.
Tenemos que rezar mucho por este mundo, por lo que nos circunda, por todo y sobre todo por todos.
Rezar ofreciéndolo es el mayor gesto de desprendimiento, de entrega, de donación que puedes hacer por los demás.
Quién reza por otro se olvida de uno porque lo mío no importa sino lo de mi semejante, mi hermano.
Rezar nos hace menos egoístas pues Dios abre el oído del corazón para captar los sentimientos del otro.
Rezar ofreciendo tu dolor, tus padecimientos, tus sufrimientos es hacer que Cristo te inunde con su gracia para compartirla.
Te convierte en esa hogaza de pan que en sus Manos se multiplica por mil.
Y también el que reza ofreciendo sus plegarias a los demás suele olvidarse de uno porque ve en su prójimo el rostro misericordioso de Jesús.
Quiero que sepas que rezo por ti y te pido, desde la humildad, que reces y mucho por mí.
Gracias, de corazón.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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