Buen día nos dé Dios.
Cuando llueve hay que tener cuidado donde se pisa pues te puedes resbalar y caer. Cuando llueve nuestras potenciales alertas se encienden.
Lo peor es ese día que llueve y deja de hacerlo dejando la calle mojada, nosotros nos confiamos y las caídas se suceden sin remisión.
Y es que es imposible estar continuamente alertas porque nos agota, cansa y eso hace que nos confiemos.
La confianza nos hace vulnerables porque son demasiadas las agresiones que sufrimos del exterior.
Y una cosa es tener confianza y otra bien distinta el ser confiados.
Es bueno tener confianza porque si no todo es demasiado triste ya que vivimos en una soledad crispada y pensando mal hasta del que tenemos justo al lado.
El ser confiado es el siguiente paso pero en este nos relajamos en demasía y de ahí vienen esos resbalones, caídas, tropezones, magulladuras...
Según en quienes confiemos sufriremos rasguños o nos salvarán de innecesarias caídas.
Todos no merecen nuestra confianza pero hasta que no nos demuestren lo contrario tenemos la obligación moral de confiar.
La vida es generosidad, entrega, capacidad de servicio y debe ser generadora de confianza. En personas así se encuentra Dios al que le tenemos confianza total pues sabemos que es el único con el que podemos caminar confiados en su Amor lleno de Misericordia que hace que no caigamos si nos resbalamos cuando el terreno no es el propicio.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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