Buenos días Villaluenga.
Buen día nos de Dios.
Cuando he contemplado como el sol salía imponente, majestuoso y a la vez difuso del cercano puerto de las viñas he dado gracias a Dios por hacerme partícipe una vez más de lo inconmensurable de la Belleza.
Esa Belleza que está ahí, que solo hay que fijarse en ella, que no hay que pagar un duro.
Esa es la Belleza que el Señor nos ofrece a diario porque Él en si es la Belleza.
Lo malo es que nosotros, que somos algo torpes y cortitos, no apreciamos a saborear el verdadero valor de la Belleza de Dios. Sólo nos quedamos con lo malo, con la lista de "debe y haber", con las cosas que no tenemos y en justicia creemos que tendríamos que tener.
Somos demasiado inmisericorde con Dios que es todo Misericordia con nosotros.
Él nos da cuanto tenemos, cuanto necesitamos, nos ayuda a valorar y apreciar lo que nos rodea y quienes nos rodean, nos ofrece oro bendito que no es el oro que nosotros conocemos pues lo más valioso que nos ofrece a diario es a Su Hijo, a Jesús, en la Eucaristía. Quién colmulga su Sacratísimo Cuerpo o quién lo adora en el Sagrario comprobará por experiencia propia que no existe tesoro más valioso en el mundo que estar junto a Cristo.
Y Dios que nos lo da todo hasta lo más sagrado apenas recibe algo de nosotros. ¿Y después somos capaces de pedir justicia?
Hoy que ha empezado un nuevo día, un nuevo domingo nos regala un amanecer único y también irrepetible.
Disfrutemos, sean cuales sean nuestras circunstancias, de este día, del Señor, de cuanto nos ofrece y de la Belleza que continuamente pone delante de nuestros ojos.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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