Buen día nos dé Dios.
¿Qué quieres tachar de tu vida? ¿Qué es lo que necesitas que pase el pequeño pincel de un corrector? ¿Qué corregirías de lo hecho? Y a partir de ahí, ¿Lo harías diferente?
Soy de los que pienso que del pasado nada se puede borrar porque es pasado. Solamente ahora, en el presente, puedes cambiar la tendencia de tu vida para que ese horizonte que se abre ante nuestros ojos y que puede ser el futuro sea diferente en mucho o en poco...
¡Lo hecho, hecho está! ¡Lo dicho, dicho está! Y mucho de lo hecho y lo dicho nos pesará como grandes cadenas que nos pueden hundir en el mar de nuestras culpas por medio de la conciencia. Dicen que para tener conciencia también hay que tener memoria pero no es así, la conciencia aparece cuando menos te lo espera y te hace recordar...
Si todo fuera así el presente y futuro sería desalentador porque no sabríamos caminar de tanto peso que llevamos en la mochila, tantas piedras que tenemos metidas en el zapato. Sería poco halagüeño para el ser humano esta concepción de la vida.
Somos hombres y mujeres y por tanto imperfectos por lo cual seguro que a lo largo de nuestro caminar por la vida hemos metido el pie en algún socavón, hemos dejado algo por hacer cuando debíamos hacerlo, hemos dejado de lado a nuestro prójimo cuando teníamos que ayudarlo, hemos dicho, hecho o simplemente callado alguna injusticia y eso es una rémora que se presenta y se hace presente cada vez más en la vida según vamos creciendo, vamos madurando, vamos envejeciendo. Nosotros por sí solos no somos capaces de buscar los resortes de seguir adelante, de sacar las piedras de la mochila, de sacudirnos los zapatos porque somos especialmente rectos e intransigentes con nosotros mismos al igual que los demás. Nos hace falta ponernos en manos de Dios que sí puede ofrecernos y darnos el Perdón que necesitamos y el Amor que apacigue nuestro desasosiego.
Sí, podemos restañar las culpas de nuestro pasado por medio del Perdón que Dios nos ofrece a través del Sacramento de la Penitencia. Ante Él, por medio del sacerdote, descargamos la mochila de las piedras de nuestro pasado que nos ahogan y recibimos el perdón que es agua fresca que renueva nuestra alma y nos hace volver a coger brío, fuerzas, y dar un sentido esencial a nuestras vidas.
Lo tenemos tan fácil...
Pero cada vez se ven menos visitas al confesionario, cada vez hay menos personas, creyentes, que se confiesan dando todas argumentos peregrinos con la que excusan su ausencia y se intentan convencer de lo que no están para nada convencidos.
"Yo me confieso con Dios y me perdono", esa frase es muy recurrente y escuchada aunque en verdad es una huida hacia adelante para seguir como estamos y poner una nueva piedra a la mochila que ya está demasiada cargada.
Sí, existe el Perdón de Dios pero parece que nos da vergüenza ponernos ante Él, confesar nuestras miserias, nuestros miedos, y alcanzar la Paz. Puede ser que tengamos miedo a vivir en Paz...
¡Feliz miércoles!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario