Buen día nos dé Dios.
De tanto querer parecernos a otros perdemos un innecesario tiempo en encontrar la senda que nos lleva a ser nosotros mismos.
Si alguien nos fascina queremos parecernos a él y ya sea político, que hay que tener gana, actor, cantante, deportista de élite o persona con mucha influencia adoptamos sus poses, sus latiguillos, sus gestos, su forma de "ser" e incluso queremos asimilarnos en su forma de pensar siendo esto último totalmente imposible porque nadie puede imitar la forma de ser y de pensar del otro por más que quiera.
Pensamos que para tener el ansiado "éxito" tenemos que parecernos a aquellos que lo tienen, pensamos que nosotros por nosotros mismos no valemos ni un céntimo, pensamos que si ellos lo han "logrado" también podemos hacerlo nosotros si seguimos sus pasos, si caminamos lo que creemos sus caminos aunque lo hagamos con distintas botas.
Nadie quiere ser un escritor, un pintor, un músico, un diseñador, porque en estos el éxito hay que trabajarlo a diario y su vocación tiene mucho que ver con la inspiración que no es nada fácil pues aparece y desaparece a quién le da la gana y cuando le da la gana. Ese éxito depende de un don y una sensibilidad que no todos tienen.
Nadie quiere ser sacerdote, religioso, religiosa, porque tienden a pensar que estos abandonan el mundo, con todo lo apetecible que en él hay, y se dedican a Dios y a servir a los demás. Esto no da éxito o por lo menos lo que muchos piensan que es el éxito.
Nadie quiere ser un trabajador normal y corriente, de los que se levantan por la mañana y vuelven por la tarde demasiado cansandos a sus casas con sus familias, seres queridos, para mañana volver a empezar. Eso no es éxito o por lo menos lo que muchos creen que puede ser eso.
Muchos quieren ser lo que no son ni lo serán en la vida porque no olvidemos que no podemos vivir la vida de otro por muy famoso, rico y conocido que sea.
Tú eres tú y yo soy yo y con las semillas y los dones con los que hemos nacido tenemos que modelar la sencilla, frágil e incluso defectuosa vasija de barro que es nuestro propio ser. Esto no es nada fácil si lo queremos hacer nosotros porque nuestras cortas entendederas nos harán fracasar una y otra vez en el intento. Esto es cosa de Dios que es el mejor alfarero de la historia. A Dios, a Cristo, a sus apóstoles y discípulos tampoco queremos parecernos, aunque digamos lo contrario, pues tendríamos que cambiar radicalmente de vida y pienso que ninguno en realidad estamos dispuesto a ello.
A lo mejor por provenir de donde provengo, de nacer en la cuna que he nacido, en mi casa no se ha valorado el éxito sino los valores hechos virtudes que nos inculcaron. En mi casa se prefirió que cada uno fuese cada uno y aunque la figura de mi padre, muerto cuando yo apenas tenía 6 años, estaba muy presente en el resto de mi familia he de reconocer que mi madre me dejó un poco por libre, me dejó ser yo con mis pros y mis contras...
Cuando eres pequeño o transitas la juventud te conocen por ser el hijo de quién eres pero llega un momento que las tornas se vuelven y ya conocen a tus padres por ti y si eres tú mismo más si cabe todavía.
Os confesaré que ahora cuando estoy orillando la cincuentena, con más de media vida a mis espaldas, habiendo estado en mil frentes, desempeñando muchas responsabilidades siendo más conocido por la institución que pertenecía desde hace años , desde que me casé con Hetepheres, simplemente soy yo, Jesús Rodríguez Arias, sin más honores, sin más tratamientos, sin mas cargos ni responsabilidad. Soy yo simple y llanamente, soy yo con mis muchos defectos y mis pocas virtudes. Y siendo así valoro que el éxito no es lo que "disfrutan" todos esos que están en la pasarela de la fama, eso más bien es eclavitud... A mí me enseñan los pastores y ganaderos que se levantan a las tantas de la mañana cuando aun no ha amanecido y llegan a casa cuando ya tercia la noche, me enseñan los trabajadores, la gente sencilla, que se levanta todos los días con una sonrisa a pesar de las dificultades, las mujeres por su valor y por su valía, los marinos, los obreros, los policías, guardias civiles, jueces, los que trabajan en oficinas, despachos, gabinetes, los niños cuando quieren ser niños y los ancianos que son ese necesario poso de sabiduría que tanto nos enseña, el cura que atiende almas, los religiosos que rezan por nosotros, los laicos que ofrecen su vida en servir a la Iglesia por medio de los demás, los políticos que trabajan a destajo por su pueblo, Dios que nos Ama por ser como somos...
Me admira y me enseña todo el que contribuye con su vida para hacer la nuestra más cómoda y no esos "figuritas" o "figurones" que por estar donde están y seguir teniendo lo que tienen son capaces de vender el alma al mismo diablo. Esos no son dignos de elogio sino de conmiseración.
¡Feliz miércoles!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
Jesús Rodríguez Arias