Buen miércoles nos dé Dios.
Estamos llenos de supersticiones, confiamos mucho a la suerte, nos encomendamos al destino, curioseamos con avidez nuestro horóscopo porque pensamos que en él está la verdad de nuestras vidas.
Que si un gato negro, el número 13, caiga en martes o viernes, pasar por debajo de una escalera, que te mire, con perdón, un bizco... y una larga retahila que hace nos sintamos inseguros y que por nosotros mismos estamos predispuestos a que todo nos vaya mal.
Confíamos en lo que nos dicen unos que aseguran saber de nuestras vidas, ponemos nuestros afanes en los horóscopos que si te fijas dicen siempre lo mismo pero con alguna semana de diferencia, algunos hasta llaman a adivinos, de los que salen en la tele, para que te conteste un teleoperador que dice trabajar para aquél...
¿Y por qué todo esto?
Es simple la respuesta: Porque no confiamos en Dios.
Ni confiamos ni sabemos ponernos en sus manos. Él es el único que sabe nuestro principio o fin y Él es el único que sabe lo que va pasar en nuestras vidas. Sabe lo que tiene que darnos y sabe lo que no porque lo único que persigue es nuestra Salvación.
Pero nosotros, tan ávidos, tan ilustrados, tan sabedores de todo, no podemos conformarnos a los designios del Señor acatándolo desde la gratitud y la Esperanza sino que nos ponemos en manos de lo que sea para que diga si tenemos o no mal bajío, si mañana me tocará la lotería o voy a conseguir trabajo y en el mejor de los casos conseguir pareja o tener niños. Nada a la larga esto se cumple pero no importa porque a nosotros se nos olvida y el negocio sigue creciendo gracias a los inseguros que prefieren creerse lo que dice el horóscopo de su signo del zodiaco que esperar y confiar en el Señor.
Feliz miércoles.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario