martes, 17 de diciembre de 2019

17 de diciembre. Mi reflexión sobre los poderosos de este mundo.

La imagen puede contener: Jesús Rodríguez Arias, sombrero

Buen día nos dé Dios.
Cuando el tiempo pasa, cuando los años se van cumpliendo, cuando ya no eres ese joven impetuoso sino que la madurez es el camino de tu vida, cuando todo adquiere otro valor, cuando lo imprescindible es cada vez menos y lo secundario más os hago una pregunta: ¿En qué habéis cambiado?
Sí, porque cambiar para bien está muy bien pero encaminar los pasos hacia el mal eso en verdad no trae rédito alguno o por lo menos las "ganancias" serán tan pocas que enseguida verás que todo ha sido una pérdida de tiempo, esfuerzo, capacidad...
Personalmente me sorprendo que muchos de los que merodean mi edad estén ahora más rebelado contra el mundo que lo estaban en su juventud. Son esos que arrastran demasiadas frustaciones que le llevan a vivir en constante guerra con los demás porque no están en paz consigo mismos. Estar frustado no quiere decir que económicamente tenga que estar mal porque existen muchas categorías y también existen las que padecen los que tienen puestos de alta responsabilidad, los que manejan grandes ingresos, los que puede dirimir a quién "premian" y a quienes no...
Esos que sufren diversas frustaciones intentan, por conciencia personal, sabotear las ilusiones de los demás, cercenando derechos, pisoteando a los que cree más débiles, despreciando a quienes cree que son despreciables. ¡Qué engañados están los que tienen el poder y la potestad de hundir a sus semejantes y lo hacen sin remedio! Estos no merecen nuestro desprecio sino nuestra conmiseración porque al final si rebuscas y quitas esa capaz de barniz te encuentras que esa persona vive su particular desgracia personal y que la manifiesta intentando pisotear a los que tiene a su alrededor.
Todos los que manejan poder se apoyan en esos que le sirven con fidelidad perruna, que no se atreven a llevarle la contraria, que los defienden a capa y espada aunque sepan que sus argumentos caen por si solos. Este servilismo no es sino por cúmulo de intereses personales o porque no les interesa ponerse en contra del que según estos "mandan" aunque bien sabemos que nada es eterno salvo la eternidad que nos regala el mismo Dios.
Estamos en un mundo de poderes donde vale más el ser y el estar que otra cosa. Nos hemos olvidado del que tenemos al lado o delante nuestra, nos hemos vuelto más pétreos ante los sentimientos de los demás. El humanismo se ha perdido porque entre otras cosas ya no interesa el ser humano.
El ser humano es un concepto muy amplio que cuando lo nombramos nuestra mente divaga un poco pero en verdad es ese compañero que trabaja contigo, es esa persona que está esperando ahora mismo el autobús, es esa joven que se encamina hacia el instituto o ese chico que te atiende en la hamburguesería y que compagina con su carrera universitaria. Es ese niño que corretea la plaza en busca de las palomas o ese indigente que te pide unas monedillas porque tiene frío y que nosotros ni miramos aunque después vayamos de santos y caritativos...
El poder es algo efímero y quienes lo ostentan más. Si pensáramos en esto más a menudo seguro que unos no pisotearían a otros ni otros moverían el rabo garantizado sus espurios intereses. En esta vida todo tiene un comienzo, todo un final y solo Dios sabe el qué, con quién y cuando. Hagamos caso a la Palabra de Dios, que es salvoconducto de Salvación, y dejémonos de tantas chorradas que nos agrían, amargan y nos hacen tener más sucio el corazón.
¡Feliz martes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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