Buen día nos dé Dios.
Soy de los que me gusta contemplar el mar en calma pues ya a estas alturas me alejo cada vez más de las tempestades que nada bueno suelen traer.
Me gusta el mar en calma, disfrutar de la paz y el sosiego exterior, me gusta comprobar que todo está como debe.
Y aunque me gusta el mar en calma también os confesaré que nunca me confío porque cuando algo está demasiado tranquilo suele suceder que la tormenta se acerca removiendo nuestra tranquilidad al desasosiego que tanto daños nos produce.
Por eso creo que debemos siempre estar atentos a lo que pueda pasar, atentos porque en el peor de los casos a lo mejos se nos exige intervenir porque en verdad siempre hay poca tripulación para tanto navío en medio de la tempestad.
Lo mejor es siempre confiarse en el Señor tanto en tiempos tranquilos como tempestuosos, lo mejor es apoyarte en quién verdaderamente está contigo a las duras y maduras, en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las tristezas.
No es bueno estar confiados porque la tentación, la peor de las tempestades, puede aparecer en cualquier momento pero si tranquilos porque Dios está con nosotros.
La fórmula es muy sencilla, lo complicado es que nosotros por nosotros mismos queramos ponerla en práctica.
¡Feliz jueves!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario