lunes, 25 de noviembre de 2019

25 de noviembre. Ser fuentes para calmar la sed...

La imagen puede contener: cielo y exterior

Buen lunes y semana nos dé Dios.
Cada comienzo cuesta más cosa que se hace más palpable cuando se van cumpliendo años y por eso cada lunes todos nos reincorporamos a nuestra rutina con la misma cara de pertinaz cansancio así como hartazgo. Durante dos días hemos pisado el necesario freno y algunos también han podido disfrutar de ese imprescindible alejamiento de todo.
Este pasado fin de semana he podido degustar del frío, viento fuerte e intensas lluvias del viernes por la tarde-noche que si te asomabas a la ventana veías como caía el agua en forma de densa cortina mientras el rugir del viento podía hasta llegar a alarmarte o un sábado gris y bastante frío que quedó compensado por encuentros con personas queridas mientras charlábamos al calor de la amistad así como un domingo claro, soleado, con ese frío cálido que da el sol proyectando sus rayos hacia todos.
Tres días completamente distintos pero tres días que te llevan a la necesaria reflexión de la importancia de ser esa fuente, ese aljibe, ese pozo de agua fresca que es capaz de mitigar la sed de quienes tienen sed.
Tenemos que ser pozo de agua fresca que calme la sed de la incomprensión, la sed de la soledad, la sed que sienten los eternamente perseguidos, la sed de los que necesitan del perdón, la sed de los que ansían reencontrarse con la Fe que han ido perdiendo según pasaba la vida. La fe en los demás, la fe en uno mismo, la Fe en Dios... Quién pierde la Fe se encuentra de golpe muy perdido, como si caminara en arenas movedizas, donde la inseguridad es la moneda de cambio.
Demasiadas personas que necesitan calmar la sed y muy pocos pozos que tengan el agua fresca que las sacien ya que también los pozos se encuentran secos o con el agua putrefacta que más que sanar también destruye.
Y para ser agua fresca, para ser ese aljibe en la vida de los demás, hay que encomendarse al Señor y Él en su eterna misericordia será lluvia que impregna la sequedad de nuestros corazones, será grácil riachuelo que llena de Vida las nuestras.
Si todos tenemos sed, si todos buscamos el pozo, ¿quién se ofrece a ser agua fresca que alivie nuestra sequía?
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo

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