Buen día nos de Dios. No os podéis imaginar lo que he aprendido esta semana de padecimientos, dolor y sufrimientos. Desde el lunes que fui intervenido quirúrgicamente hasta hoy que ya estoy en casa. He visto la Mano de Dios que me ha proporcionado una inmensa tranquilidad en la espera y minutos antes cuando ya estaba en el quirófano, la he sentido junto a mi y que me decía que estuviera tranquilo que allí estaba Él y por esto estaba más que seguro. He aprendido que el dolor y los padecimientos tienen un sentido y una misión sacrificial cuando se ofrecen por causas. Las encomiendas eran muchas y en mi interior pienso que algún bien he podido hacer a las mismas porque los días en el hospital fueron muy duros. Y la paciencia, he aprendido a tener más paciencia porque con prisas, con querer hacer las cosas más rápidas, por siempre llegar primero no se consigue nada de nada. He aprendido a cultivar y deleitar el paso del tiempo delante de mis ojos. A comer sin tiempo ni hora, a intentar ser mejor persona siempre, a ponerme en manos de los demás, Dios me ha enseñado en esta semana a ser mejor hijo suyo, hermano vuestro, en definitiva, mejor cristiano. Puedo decir que mi vida ha cambiado desde que el mismo día de la operación. Ahora veo las cosas con otros ojos, otra mirada, otro sentido. Ahora, y gracias a Dios, le doy otro sentido a la vida. ¡Hay que ver como actúa el Señor para hacerte ver el Camino que debes seguir! Hoy esta primera reflexión es muy íntima y la quería compartir con todos vosotros. Sé que en la convalecencia habrán días mejores que otros aunque siempre sé que puedo contar con Dios y con vuestras oraciones y ya eso es más que suficiente. Quiero mostraros mi eterna gratitud por tantas muestras de cariño, de apoyo, por vuestras oraciones que han sido claves para superar lo que se ha llegado a superar. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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