Buen día nos de Dios. Jueves Santo. Hoy empieza a cumplirse todo lo que tantos profetizaron, hoy el Hijo de Dios hecho hombre sufrirá en sus carnes la vileza de una Humanidad hecha a base de fe de barro donde se dice creer en dogmas aunque en realidad no creen en nada. Pero el sufrimiento de Jesús no fue estéril porque tuvo un objetivo final: ¡Nuestra salvación! Aquellos que condenaron a muerte al Salvador y los que lo condenan al día de hoy parece que se quieren quedar con la Hacienda del Padre matando al Hijo y no saben que lo que es de Dios es de Dios y lo será siempre y lo que es del césar es del césar y su fin es limitado en los tiempos pues carece de sentido de eternidad. Nos enfrascamos en la vida y no somos capaces de defender la Vida, queremos luchar contra todo lo que se nos escapa y casi todo es lo que se nos escapa a nuestras humildes y débiles voluntades. Pero hoy es un día diferente, hoy Jueves Santo Jesús empezó a entregarse por todo nosotros para siempre, para toda la eternidad. Celebró junto a sus discípulos, junto a los que amaba lo que sería Su Última y eterna Cena. En ella nos hizo depositarios, si de verdad lo queríamos, de Su Cuerpo y de Su Sangre por toda la eternidad. ¡Cielos y tierra pasarán más tu Palabra, Cuerpo y Sangre benditos no llegarán a pasar porque desde esa Cena siempre quedó con nosotros! ¡Qué grande eres Señor que sabiendo los castigos tan atroces que vas a sufrir eres capaz no solo de perdonarnos sino de entregarte a nosotros para que con tu ayuda poder salvarnos de alma y cuerpo! Muchas veces pienso que afortunado hubiera sería si hubiera presenciado en directo esa Última Cena y el Señor me habla al corazón, que es como a Él le gusta hacerlo, y me dice que soy un fiel testigo cada vez que celebro la Eucaristía en cualquier lugar del mundo porque en ese Acto Sacrificial se rememora, como si estuviera pasando en ese momento y hora, esa Entrega de Su Cuerpo y Sangre a todos y cada uno de nosotros. Cuando asistas a la Santa Misa piensa que eres un auténtico afortunado porque eres un invitado de honor al Misterio de los Misterios: La donación de Jesús para que todos nos salvemos y alcancemos la Gloria de la Resurrección. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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