jueves, 19 de septiembre de 2013

desde el tren. 19 de septiembre.

Buen día nos de Dios. ¡Qué nos cuesta perdonar! Parece que cuando somos agraviados de alguna manera nos sentimos en potestad de dar o no el perdón como si tal cosa nos perteneciera. Poco a poco nos vamos convirtiendo en dioses sustituyendo al mismo Dios. ¡Qué se ha creído ese...! ¡Con el mal que me ha echo! Y al final "ese" mal por muy dañino que haya sido se acaba superando y diluyéndose con el tiempo. Aún así no damos nuestro brazo a torcer porque ya no manda en nosotros el dolor de la deslealtad o del agravio sino nuestro propio orgullo que unido a esa "pizca" de soberbia que todos tenemos hace de nuestra conducta un cóctel de venganza e hiriente dolor. ¡Así no podemos vivir! Porque no es justo con los demás ni con nosotros mismos. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario