Buen día nos de Dios. Todos esperamos algo. Estoy en la estación y a esta hora de la mañana en la que no ha amanecido aún hay viajeros esperando que llegue su tren. Todo el día esperando, toda la vida esperando cosas que en muchos casos no llegan porque simplemente no nos conviene. ¡Qué difícil es asimilar todo en ocasiones! Cuando no se cumplen nuestros deseos, nuestras apetencias, nuestras ilusiones nos venimos para abajo sin remedio y creemos ser el más desdichado de la Tierra. Esto nos pasa porque no queremos o no sabemos ponernos en Manos de Dios. Si así fuera nuestro vivir seria más feliz porque aunque deseemos algo sabemos que nos llegará si nuestro Padre Celestial así lo ve conveniente para nosotros, si es para nuestro bien y si no nos llega lo anhelado es porque no es bueno, a la corta o a la larga, para nuestra felicidad. Si nos ponemos en las Manos del Creador experimentamos lo que es el sosiego y la paz en nuestras vidas. ¿Cuanto cuesta desprendernos de nuestras soberbias, orgullos, de nuestro Yo para dejar sorprendernos con la entrada de Cristo en nuestras vidas? Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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