Buen día nos de Dios. ¡Hay que ayudar como sea! ¡Tenemos que arrimar el hombro! ¡Entre todos podemos! Cuando veamos una situación delicada, de pobreza, de injusticia, de necesidad no nos vale el mirar para el otro lado diciendo en voz alta: Qué lo solucione. .., tal y así nos quitamos el muerto de encima y adormecemos nuestras conciencias que no nos dejan de inquietar cuando las tenemos sucias. Si esperamos que las instituciones acaben con las injusticias y padecimientos nos equivocamos pues también nosotros debemos aportar nuestro granito de arena. No olvidemos que el ayudar a los demás es servir a Dios que nos pide a diario que hagamos bien y no miremos a quién. Si sólo ayudamos a los que conocemos y queremos no tiene demasiado mérito, en cambio si lo hacemos con desconocidos o con quién nos ha hecho daño nuestra acción será grande a los ojos de Dios. ¡Ya lo sabes: ¡Hoy es un magnífico día para hacer el bien! Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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