desde el tren: Para todos los cansados y agobiados.

Hoy este tren de cada día tiene un viaje de ida y otro de vuelta. No quiero que pase este día sin hacer mención del texto del Evangelio de hoy con el que siempre me he sentido muy identificado. Nos dice, me dice, Jesús: "Venid a Mí todos los que estáis cansados y agobiados que Yo os aliviaré". Nos pide que seamos mansos y humildes de corazón y que carguemos con nuestras cruces porque Su Yugo es llevadero y Su Carga ligera. En los momentos que, todos y cada uno de nosotros, estamos viviendo; con esta crisis galopante que está dejando demasiadas víctimas desamparadas, donde lo que prevalece es eso de "tanto tienes, tanto vales", donde siempre tienes que ser el mejor en todo y en todo momento, donde no está permitido el cansancio, ni el hastío, ni el derecho a estar desesperanzados porque la falta de esperanza lo inunda todo.

Cuando la negritud de la noche lo inunda todo, cuando ni las estrellas son capaces de iluminarnos y la luna se apaga sin saber cuando volverá a encenderse, cuando todo se va perdiendo haciendo que crezca en nosotros una sensación de auténticos perdedores, aparece Cristo, Todo Amor y Misericordia, y nos dice: ¡Tranquilos! Tomaros la vida de otra forma. Ante tantas situaciones difíciles y agobiantes debéis ser mansos y humildes de corazón porque con mansedumbre y humildad se consigue todo y sobre todo entrar en el Reino de los Cielos. Cargad con mi Yugo pues mi carga, Su Carga, es ligera. Y si estáis cansados y agobiados, porque tenemos derecho a estarlo, tenemos una puerta al Señor que nos acoge con los Brazos Abiertos porque con Él hemos encontrado Paz y Acomodo.

No, no podía pasar este día cuando desde el tren que va de vuelta a casa, de retorno, para su descanso, escribiera estas reflexiones que hago mirando como anochece a través del cristal de mi particular vagón.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.