Buen día nos dé Dios. Desde este tren parado en su vía porque sigue inmerso en el dolor. Dolor y desesperación por la muerte de tantas personas queridas. Aunque ahora ellas desde la Gloria donde están instaladas nos digan que no lloremos más sino que sigamos en la vida con paso firme, dandolo todo, entregandonos por entero a los demás, a la misión que cada uno tenemos encomendada. Ellos no nos quieren tristes porque ya han alcanzado sus metas: Estar junto a Dios. El Señor nos fortalece en la dura prueba que supone enterrar a nuestros seres queridos, hoy el dolor y las lagrimas serán derramadas y la desolación nos inundará. Mañana, que es el primer día del resto de la vida para muchos, tendrá que primar la Esperanza que es una Gracia de Dios. Nuestro seres queridos que se han marchado quieren nuestra felicidad. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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