Buen día nos dé Dios. Hagamos que con nuestros actos, nuestras actitudes, con nuestras palabras y gestos Dios esté permanentemente en nuestras vidas. No es tan difícil, solo tenemos que proponernoslo. Y cuando el Señor se hace presente todo lo demás deja de tener tanta importancia. Las palabras, los malos gestos, la insidia se acaba diluyendo hasta aparecer un horizonte plagado de estrellas. Dios es así y nos quiere felices en todo momento y lugar. ¡Es tan fácil ser de Dios! Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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