jueves, 11 de julio de 2013

desde el tren: 11 de julio.

Buen dia nos de Dios. Nos vamos acercando inexorablemente al fin de semana y se nota en nuestros gastados cuerpos. Mucho se habla, se dice y utiliza la palabra "prestigiar". Prestigiar por alcanzar determinado cargo, puesto, nivel social... Todo lo que nos es efimero nos prestigia. Muchas veces andamos como palomos con el pecho hinchado de vanagloria, orgullo, "postin"... Y cuando pasa, que suele pasar, el haber realizado tal o cual mision nos "prestigia". A lo mejor es porque yo he ostentado ya algunas responsabilidades, por haber estado en sitios que "prestigian", y sigo estando, porque estoy viviendo una relajada etapa de madurez espiritual que lo que antes consideraba prestigioso, que prestigian, ya me importan menos por esa determinada causa. Estoy en un momento de mi vida que las cosas importantes son las verdaderas. Lo que uno en verdad cree es lo que importa. Miro y me fijo mas en el interior que en la suntuosidad de la "superficie". Me importa mucho el "prestigio" que pueda tener ante los ojos de Dios que al que tenga ante los hombres. La entrega a Dios, a la Santa Madre Iglesia, a los demas, a nuestras familias asi como a todos los que nos necesiten, desgastarse y quedarse sin piel por tu entrega a cuanto crees es el mayor prestigio que puedes tener. Prefiero un reducido habitaculo al lado de Jesus que un amplio y magnifico despacho que haga estar alejado de El. Prefiero recoger colillas, si asi sirvo a Dios, que fumar caros habanos si todo eso me aleja de El. Prefiero ser prestigiado con y en el Padre que ostentar todos los honores que dan los hijos de este mundo a quienes abandonan la senda de la Verdad. Que prestigio quiero para mi y para los demas? En tu contestacion esta la clave. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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