Buen día nos de Dios. Cristo nos pide a todos que nuestra casa sea de Dios y no cueva de ladrones. ¡Y qué razón tiene! Ahora me pregunto: ¿Es mi casa, mi cuerpo, de Dios o por el contrario anidan los vicios que son lo ladrones que roban mi alma hasta llevarla a la perdición? No es una pregunta fácil de responder, más bien lo contrario. Muchas veces cuando nos interrogamos sobre cuestiones vitales para nosotros mismos intentamos llenar nuestras cabezas de estúpidas justificaciones y no nos damos cuenta del que el principal engañado soy yo mismo. ¡Qué miedo le tenemos a nuestras propias conciencias! No me extraña porque ella nos dice lo que es negro o blanco, pero no admite matices. O se hace el Bien o el Mal, medias tintas no sirven para nada. El mejor espejo donde se refleja nuestra vida, sin trampas ni cartón, es cuando estamos delante de Jesús en el Sagrario. Es allí donde ponemos nuestra existencia a la vista del Señor y Él, con Su Inmensa Gracia, nos va indicando la forma de convertir nuestra particular cueva de ladrones en una auténtica Casa de Dios. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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