¡Feliz Domingo de Pentecostés!
Hoy el Señor nos envía su Espíritu de Verdad para que caminemos la senda de la Verdad que nos hace Libres, esa senda donde todos tenemos que ponernos en camino para hacer según Su Voluntad, para dar a conocer la inmensidad que es Dios a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, de trabajar como un humilde siervo por sus mies, por ser de Cristo al 100% porque no se puede ser de Jesús un día sí y otro no, no se puede ser de Cristo a medias.
Pero esto que parece fácil de decir y escribir es muy complicado de realizar sin la fuerza del Espíritu Santo que nos guía, nos ilumina, nos va moldeando, nos cobija y nos guarda.
Pues hoy celebramos eso, la venida del Santo Espíritu que vivifica nuestra existencia, que nos hace caminar hacia la santidad en un mundo donde lo sagrado lo quieren eliminar, en un mundo que es un pozo ciego que poco a poco se hunde en su misma podredumbre y oscuridad.
Dios nos ofrece la Belleza inmensa de la Fe, la Belleza inmensa de vivir en su Amor, la Belleza inmensa de sabernos hijos queridos del Padre.
Por eso hoy mi reflexión no va acompañada con una típica imagen de lo que podría ser el día de hoy sino de dos preciosas rosa que embriagan los sentidos con su perfume, que nos hacen deleitarnos con su inconmesurable Belleza pero que también tiene espinas que se clavan y rasgan nuestra piel. Esa es la vida que es más dura y dolorosa si no vives en Dios que siempre es Belleza, es Amor, es Esperanza.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
Jesús Rodríguez Arias
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