viernes, 21 de junio de 2019

21 de junio. ¡Llega el verano!


Buen día nos dé Dios.
Ya podemos decir que nos ha llegado el verano en esta zona del mundo.
Y con el verano también viene esa época donde el calor aprieta y la sombra escasea, donde el mar es ese lugar donde disfrutas, la montaña conforma un paisaje idílico para los que nos gusta el sosiego y la tranquilidad, donde la ciudad casi se queda desierta y los vecinos la disfrutan a la hora de la fresca que suele ser cuando va de anochecida.
El verano, ya sea por el calor, ya sea porque es verano, nos relaja a todos sin excepción estemos trabajando o estemos de vacaciones e incluso a esos muchos que ni una cosa ni otra. El verano cada uno lo disfruta a su manera ya sea con ingente cantidad de personas que te acompañan o en esa soledad buscada y encontrada de manera fácil.
Es el verano una de esas estaciones donde todo se vuelve más parsimonioso, más lento, más tranquilo...
Por eso no debemos olvidar más que nunca en verano en dedicarnos a las cosas de Dios con más ahínco si cabe. Hacerlo desde la perspectiva de la oración, que no tiene lugar ni hora, de lectura que te ayude a la meditación, que te nutra, de series de televisión que te aporten y nutran y no te atonten, de ir a la Iglesia y cobijarnos en ese oasis de frescura como el Sagrario, acostumbrarnos empezar el día o terminarlo yendo a la Eucaristía que siempre es un reencuentro con el mismo Jesús.
Y también dedicarnos un poco a los demás más que a nosotros mismos, ayudar al que lo pueda necesitar, prestar atención a quienes por nadie son atendidos, aguantar a esa persona que suele ser muy pesada y que siempre cuenta lo mismo pero que necesita hablar porque en verdad nunca lo hace con nadie. Hay muchas personas que están rodeadas de gente y se encuentran totalmente solas, también en verano.
Siempre aducimos que no tenemos tiempo para nada, que tenemos muchas obligaciones, que si el trabajo, los estudios, la familia... Pero en verano, cuando nos vemos descargados de mucho de lo que nos atosiga, podremos ser muy felices haciendo lo que nos gusta, disfrutando de la piscina, de una barbacoa, de la playa, de la montaña, de la ciudad, de la familia, de los amigos, pero también de Dios, no te olvides, y por supuesto de los demás porque hacer lo que nos gusta está muy bien pero vivir con vocación de servicio eso no tiene precio y te hace inmensamente Feliz.
¡Feliz viernes y verano!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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