Buen día nos dé Dios.
Hacía ya algún tiempo que no escribía mi reflexión de cada día pero aquí estamos de nuevo.
Es verdad que todos necesitamos tiempo, todos necesitamos ese paréntesis en nuestras vidas donde descansar el cuerpo y sobre todo la mente porque también el pensador necesita tiempo, alejamiento y descanso.
Estando en una sociedad donde todo el día se corre de aquí para allá, donde las noticias de hace un minuto ya no tienen validez, donde el reloj lo llevamos insertado en esas aplicaciones informáticas que nos controlan el peso, las pulsaciones, los pasos, lo que comes o donde lo comes. ¡Estamos vigilados y además lo sabemos!
¿Pero es que no hay ya nadie verdaderamente Libre?
Pienso que si, que los hay, pero también que cada día somos menos.
Somos Libres porque nuestro mundo no es este.
Somos Libres porque tenemos el don del discernimiento.
Somos Libres porque antes de hablar, hacer, hemos callado, hemos contemplado, hemos observado, y hemos estudiado los pros y contras. El saber escuchar y pensar es inmensamente necesario antes de actuar en cualquier orden de la vida.
Somos Libres porque creemos en Dios que nos regala la Libertad como la misma vida.
Somos Libres porque somos conscientes de que no somos inmortales, que un día todo esto se acaba y que lo mejor está por llegar.
Y viviendo en esa Libertad te hace ir contracorriente más de lo que muchos piensan porque actúas según tu propia coherencia que no olvidemos es personal e intransferible.
Vivir en ese grado de Libertad también, por qué no reconocerlo, se vive en una soledad no buscada que al final se convierte en una inmejorable compañera de viaje.
Y vivir en ese grado de Libertad es saber que nuestra vida es efímera, que no vale todo, que al final cerramos los ojos y los abrimos a la verdadera Vida y que de nosotros está el que gocemos de ella o no.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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