Buen día nos dé Dios.
¿Cuántas veces hemos dicho eso de que para encontrarnos con Dios solo me tengo que alejar del mundo, en ese lugar en medio de la infinita naturaleza, donde puedo hallar la deseada soledad?
Yo rezo mejor dando un paseo que yendo a la Iglesia... Esta es una frase que solemos escuchar y que en verdad es una huida hacia adelante pues lo que en verdad nos cuesta es sacar esos minutos para orar y lo que es peor: Hacer un necesario ejercicio de introspección en el cual seamos capaces de ir eliminando las mil capas y caras en las que nos escondemos y vernos tal cual somos que es en verdad como Dios nos ve.
El que no tiene por hábito rezar pone excusas para ocultar su acción espiritual, el que lo hace a diario necesita rezar más porque no hay nada más adictivo donde encuentras y hallas la paz como el orar todos los días. Rezar el rosario, adorar al Señor, leer el Evangelio, meditar, ir caminando y que un Ave María o un Padrenuestro te salga como si tal cosa de la mente mientras lo vas pronunciando casi en silencio. Despertarte y hacerlo rezando...
El que reza a diario no tiene por qué irse a buscar a Dios en medio de la inmensidad porque sabe que el Señor se hace el encontradizo contigo cuando menos te lo espera.
El que reza a diario cuando va a dar un paseo por el campo o por la playa encuentra a Dios y admira su obra creadora aunque también lo encuentra caminando por la calle camino al trabajo, sentado en el metro, o atendiendo los mil asuntos que a diarios se presentan ante nosotros.
Y si en vez de buscar a Dios en medio de la naturaleza lo hacemos en un lugar que invita al descanso, que está en esa penumbra donde solo luce lo importante, encuentras la deseada soledad, y sabes a ciencia cierta que allí está Él en Presencia Viva...
Y si en vez de buscar a Dios en variopintos lugares nos vamos al Sagrario que es donde está esperando para seguir conversando esa eterna charla que no tiene final.
¿Nos atrevemos a buscar a Dios en el Sagrario o seguimos buscando mientras caminamos sin brújula?
¡Feliz miércoles!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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