Buen día nos dé Dios.
Cuando voy a la Iglesia, esté donde esté, me gusta firjame en toda ella en sí prestando especial atención al Sagrario, Altar Mayor y Presbiterio aunque también se me va la mirada a las ventanas y vidrieras.
Hoy os hablo en mi reflexión de este precioso ventanuco con su sencilla y luminosa vidriera que está localizada en la parte del coro de la Iglesia de San Miguel Arcángel de Villaluenga del Rosario y cuya pared exterior da a la Alameda que es la céntrica plaza de nuestro Pueblo.
Si os fijáis bien en un viejo ventanuco que presta la misión que le ha sido encomendada. Desde allí se ve con perspectiva toda el templo en su amplitud y desde allí se vive de otra manera, más íntima, más alejado de todo, la celebración de la Eucaristía.
¿Cuántos momentos de Fe habrá contemplado ese ventanuco? ¿Cuántas ilusiones, alegrías, e incluso pesares ha sido testigo?
¿Cuántos vecinos se han despedido de este mundo mientras el celebrante oficiaba su funeral y los vecinos se agolpaban para despedirlo y dar calor a sus familiares?
¿Cuánto habrá contemplado ese viejo ventanuco que hermosea la sencilla vidriera que llena de reflejos multicolores la parte de atrás de esta preciosa Iglesia en la que se encuentra la Madre y Patrona de este querido Pueblo como es la Virgen del Rosario?
Sí, es el ventanuco de la Fe que a pesar de ocupar una posición alejada del protagonismo y de los focos ilumina y embellece.
Nosotros mismos deberíamos ser todos "ventanucos" de la Fe, ser sencillos, mansos y humildes de corazón como nos exhorta Jesús, ocupar ese lugar en la vida fuera de todo protagonismo estéril, con una actitud de servir y no ser servidos, de ser uno más entre ese mar que integran nuestros semejantes.
Ser ese "ventanuco" de la Fe que ilumine y llene de luz y belleza todo lo que esté junto a Él porque Dios se manifesta en nosotros manifestando su poder que no es otro que el de Amor.
No es fácil pero pienso debemos intentar por todos los medios el ser "ventanucos" de la Fe para que la misma se refleje en nuestro prójimo y así nosotros podamos vivir según los designios del Señor.
¡Feliz martes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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